Verdugos

Escribo porque al final de todo, esto es lo único que queda. Cuando te arrancan la alegría y te dejan sangrando mientras te observan, no queda más nada por hacer. Te quedas tendido en el suelo, con frío e inmóvil,  mientras tu verdugo a su vez sonríe, solo para llenarse de ti, de tu último aliento, de la dicha que tanto ansía.


Habrá días en que te deje un poco de eso y se vaya satisfecho con lo que ha tomado, otras veces, verá cómo te falta el aire y te observa desfallecer para así, volver más tarde por un poco más. Ni toda la dicha ajena es suficiente para ellos. Siempre regresan por más hasta que encuentran alguna mejor opción. Al fin y al cabo la dicha no es infinita, y a veces se termina toda y el verdugo se va a buscar más en otro lado.


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