Sueño o pesadilla?
Eran las 7 de la mañana, ¿quién demonios toca a tu puerta un sábado a las siete de la mañana?, de mala gana salí de la cama, aún con la vista nublada fui dando de tumbos por el pasillo hasta que llegué al corredor principal, claro, no sin antes golpearme con una esquina el dedo pequeño del pie. Al tiempo que maldecía en silencio por haber tenido que levantarme quité el cerrojo de la puerta, y al abrirla, aún con la vista un poco nublada vi la silueta de una linda chica que sostenía una maleta. Me froté los ojos aún con unas cuantas lagañas y los abrí nuevamente esperando enfocar mi vista, una sonrisa se asomó del rostro de aquella chica, inmediatamente vino un caluroso abrazo y un sensual beso que me recordó que ni si quiera me había lavado los dientes.
Me tomó unos segundos reconocerla, era una antigua novia de la escuela, estaba tan cambiada, tan diferente, tan bonita. Al terminar el bachillerato cada quien tomó caminos diferentes y asumí que esa relación había terminado. Es lo lógico no? Ciudades diferentes, caminos diferentes, pero, ¿Qué demonios hacía en mi puerta y con una maleta?
¿No me invitas a pasar? Me preguntaba con esa miradita coqueta que la caracterizaba. No sabía que era peor idea, si quedarnos en la puerta de casa de mis papás y yo vistiendo solo un pants, o invitarla a pasar y que los vecinos chismosos sacaran sus conclusiones.
La invité a desayunar en el café que está a unas cuadras de la casa, le pedí unos minutos para ponerme algo mas presentable mientras ella me esperaba en su carro. Rápidamente y antes de dejarla contestar algo me arregle un poco y salimos en su coche en dirección al café.
Sentados en una solitaria mesita en la esquina del restaurante amablemente le pregunté ¿Qué había hecho todos estos años, que había sido de ella, como había estado? Tomando la taza del café con sus dos manos como niña chiquita e inclinando la cabeza un poco, como pensando bien lo que iba a contestarme, finalmente y con una sonrisa traviesa me dijo, ¿Te acuerdas del hermano de Julián? se fue a estudiar a la misma universidad que yo, fue como amor a primera vista, de esos de cuentos de hadas, nada parecido a lo que teníamos, nos casamos justo terminando la escuela y ahora tenemos 2 hermosos niños.
Me sentí intrigado, mi noviecita del bachillerato estaba en mi puerta 10 años después de haber tomado caminos diferentes y con una maleta. No tenía sentido. Yo ponía cara de atención mientras contaba lo maravillosos que eran sus niños. Después de largas anécdotas sobre sus pequeños, me tomó de ambas manos y me dijo: Hace una semana firmamos el divorcio, el infeliz me estuvo engañando por años y nos ha dejado prácticamente en la calle a mi y a los niños, por eso hemos regresado, estamos en casa de mis papás y estos días he estado pensando en nosotros, en mi antigua habitación tenía una caja de fotografías nuestras y recordé lo bien que se sentía estar juntos. ¿Que opinas si lo intentamos otra vez? He venido con el propósito de pasar unos días contigo y ver si podemos tu sabes, tener algo serio ahora que estoy libre.
Al parecer a esta chica no le había cruzado por la mente preguntarme mi opinión, en todo este elaborado plan yo era simplemente el sujeto que podía hacerme cargo de ella y de los pequeños. No sabía de que manera hacerla entrar en razón sin romperle el corazón y derrumbarle los castillos que segundo a segundo crecían en su cabeza. Afortunadamente llegó el desayuno y pude quitar mis manos de entre las suyas, me miraba tan dulcemente que me sentía mal tan solo en pensar que dentro de poco derrumbaría todas las ilusiones que ella sola había creado. De forma casual le dije, ¿Y no ha cruzado por tu mente que quizás yo no me encuentre libre en este momento? Mi comentario le causó tanta gracia que una lagrimita se le escapó de tanto haberse reído. Se disculpó y me dijo, mira, se que no te has casado, que aún vives con tus papás y que efectivamente tienes novia. Todo eso lo sé, lo único que te pido es que me dejes quedarme unos días contigo para que veas lo felices que podríamos ser.
Ok, esta chica como el 95% de las mujeres estaba loca, hermosamente loca, pero aún así loca, si mi novia me viera platicando con mi ex que me mira tan dulcemente y planea mudarse conmigo una semana seguro me destripa vivo (figurativamente hablando claro está). La dejé terminar el desayuno y de la manera más amable que encontré le dije que tenía que rechazar su propuesta, que si bien me halagaba de sobremanera que me considerara como la mejor de sus opciones no sería nunca capaz de romper el corazón de la chica que amaba, y esa chica era mi actual novia. Civilizadamente pedimos la cuenta y noté como unas lágrimas se le escapaban a mi acompañante, me regresó a mi casa y estacionados frente a mi puerta me dijo: Bájate de mi carro y espero no me vuelvas a buscar.
No hubo besito de despedida, ni grandes abrazos, ni si quiera una disculpa por sacarme de mi cama tan temprano, tampoco hubo un gracias por invitarme el desayuno, por el contrario una mujer loca en su carro totalmente ofendida por no haber aceptado su propuesta dignamente me pedía que no la volviera a molestar.
Entre a mi casa, me quité los zapatos y me dejé caer en el sillón, tan cansado como si hubiera regresado de una gran batalla, estaba justo apenas cerrando los ojos cuando tocan el timbre de la casa, me levanto malhumorado, me golpeó nuevamente en el dedo pequeño del pie ahora con la mesita de centro y al abrir veo a mi novia con una gran sonrisa que me dice: "Arreglaté que te voy a llevar a desayunar!"
Me tomó unos segundos reconocerla, era una antigua novia de la escuela, estaba tan cambiada, tan diferente, tan bonita. Al terminar el bachillerato cada quien tomó caminos diferentes y asumí que esa relación había terminado. Es lo lógico no? Ciudades diferentes, caminos diferentes, pero, ¿Qué demonios hacía en mi puerta y con una maleta?
¿No me invitas a pasar? Me preguntaba con esa miradita coqueta que la caracterizaba. No sabía que era peor idea, si quedarnos en la puerta de casa de mis papás y yo vistiendo solo un pants, o invitarla a pasar y que los vecinos chismosos sacaran sus conclusiones.
La invité a desayunar en el café que está a unas cuadras de la casa, le pedí unos minutos para ponerme algo mas presentable mientras ella me esperaba en su carro. Rápidamente y antes de dejarla contestar algo me arregle un poco y salimos en su coche en dirección al café.
Sentados en una solitaria mesita en la esquina del restaurante amablemente le pregunté ¿Qué había hecho todos estos años, que había sido de ella, como había estado? Tomando la taza del café con sus dos manos como niña chiquita e inclinando la cabeza un poco, como pensando bien lo que iba a contestarme, finalmente y con una sonrisa traviesa me dijo, ¿Te acuerdas del hermano de Julián? se fue a estudiar a la misma universidad que yo, fue como amor a primera vista, de esos de cuentos de hadas, nada parecido a lo que teníamos, nos casamos justo terminando la escuela y ahora tenemos 2 hermosos niños.
Me sentí intrigado, mi noviecita del bachillerato estaba en mi puerta 10 años después de haber tomado caminos diferentes y con una maleta. No tenía sentido. Yo ponía cara de atención mientras contaba lo maravillosos que eran sus niños. Después de largas anécdotas sobre sus pequeños, me tomó de ambas manos y me dijo: Hace una semana firmamos el divorcio, el infeliz me estuvo engañando por años y nos ha dejado prácticamente en la calle a mi y a los niños, por eso hemos regresado, estamos en casa de mis papás y estos días he estado pensando en nosotros, en mi antigua habitación tenía una caja de fotografías nuestras y recordé lo bien que se sentía estar juntos. ¿Que opinas si lo intentamos otra vez? He venido con el propósito de pasar unos días contigo y ver si podemos tu sabes, tener algo serio ahora que estoy libre.
Al parecer a esta chica no le había cruzado por la mente preguntarme mi opinión, en todo este elaborado plan yo era simplemente el sujeto que podía hacerme cargo de ella y de los pequeños. No sabía de que manera hacerla entrar en razón sin romperle el corazón y derrumbarle los castillos que segundo a segundo crecían en su cabeza. Afortunadamente llegó el desayuno y pude quitar mis manos de entre las suyas, me miraba tan dulcemente que me sentía mal tan solo en pensar que dentro de poco derrumbaría todas las ilusiones que ella sola había creado. De forma casual le dije, ¿Y no ha cruzado por tu mente que quizás yo no me encuentre libre en este momento? Mi comentario le causó tanta gracia que una lagrimita se le escapó de tanto haberse reído. Se disculpó y me dijo, mira, se que no te has casado, que aún vives con tus papás y que efectivamente tienes novia. Todo eso lo sé, lo único que te pido es que me dejes quedarme unos días contigo para que veas lo felices que podríamos ser.
Ok, esta chica como el 95% de las mujeres estaba loca, hermosamente loca, pero aún así loca, si mi novia me viera platicando con mi ex que me mira tan dulcemente y planea mudarse conmigo una semana seguro me destripa vivo (figurativamente hablando claro está). La dejé terminar el desayuno y de la manera más amable que encontré le dije que tenía que rechazar su propuesta, que si bien me halagaba de sobremanera que me considerara como la mejor de sus opciones no sería nunca capaz de romper el corazón de la chica que amaba, y esa chica era mi actual novia. Civilizadamente pedimos la cuenta y noté como unas lágrimas se le escapaban a mi acompañante, me regresó a mi casa y estacionados frente a mi puerta me dijo: Bájate de mi carro y espero no me vuelvas a buscar.
No hubo besito de despedida, ni grandes abrazos, ni si quiera una disculpa por sacarme de mi cama tan temprano, tampoco hubo un gracias por invitarme el desayuno, por el contrario una mujer loca en su carro totalmente ofendida por no haber aceptado su propuesta dignamente me pedía que no la volviera a molestar.
Entre a mi casa, me quité los zapatos y me dejé caer en el sillón, tan cansado como si hubiera regresado de una gran batalla, estaba justo apenas cerrando los ojos cuando tocan el timbre de la casa, me levanto malhumorado, me golpeó nuevamente en el dedo pequeño del pie ahora con la mesita de centro y al abrir veo a mi novia con una gran sonrisa que me dice: "Arreglaté que te voy a llevar a desayunar!"
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