Los 29 años de Manuel



1955 en una ruidosa ciudad nace José María Manuel de los Santos Pérez mejor conocido simplemente como Manuel. Hijo de un matrimonio ya mayor, su nacimiento fue motivo de gran alegría en su familia. Sus padres, ambos católicos devotos, trataron siempre de educar a Manuel de la mejor manera posible inculcandole fuertes valores morales. Al ser Manuel su único hijo volcaron toda su atención hacia él y no lo dejaban solo ni a sol ni a sombra, siembre bajo su cuidado, siempre bajo su protección.

Como era de esperarse Manuel asistió a colegios católicos durante toda su educación. Iba a misa en la escuela de lunes a viernes, los domingos con sus padres y el sabado ayudaba al padre de la iglesia cercana a su casa. Cualquiera juraría que Manuel era un niño modelo y de fuertes valores, y que seguramente se convertiría en un hombre de bien.
 
Con el pasar de los años, Manuel se dió cuenta que no era igual que todos los niños, el era un buen hijo que consultaba con sus padres todas sus desiciones, y si ellos no aprobaban alguna, asi fuera un amigo nuevo en la escuela o que juegos estaban permitidos para él simplemente se desistía de ello. Era normal que mientras sus compañeros se preocupaban por juegos y trivialidades, él se centraba en como el mundo era una esfera corrupta llena de personas sin guía y sobre todo apartadas de Dios. Era inconcebible para él la sola idea de que hubiera alguien que no tuviera la misma vision de la vída que la suya. ya que la suya siempre sería la correcta. Como hijo modelo sobreprotegido el mundo giraba a su al rededor y no habia lugar para las personas que no veneraran sus desiciones y forma de vida. Ante el caos que representaba el mundo en general un día decidió que él tenía la obligación moral de cambiar a las personas, y no podía dejar pasar la oportunidad de salvar a todos los que no pensaran igual que él. Siendo un niño de no más de 10 años les resultaba incluso simpático a sus padres que tal convicción la tuviera alguien que ni si quiera había llegado a la adolescencia, ambos  pensaron que era gracioso y se relajaría al pasar del tiempo. No tenían idea lo que en la mente de Manuel se comenzaba a gestar.
 

Doña Margarita


Cuenta la historia que un tal Fidel se trató de robar a Doña Margarita cuando ésta tenía 16 años, ella era la  hija de un ganadero adinerado dueño del  rancho de las Golondrinas en una comunidad cercana a los Herreras. El "novio" en cuestión y ejecutor del robo de la chica se llamaba Fidel, siguiendo con un plan previamente pactado se llevaría a Margarita para casarse con ella con el ofrecimiento de una vida llena de amor lejos de su estricta familia adinerada. Margarita había visto secretamente un par de veces a Fidel y sabía perfectamente que sus padres nunca aprobarían esa relación, de tal manera que accedió a ser "robada" por Fidel aún sabiendo que con esa desición nunca podría regresar a su casa ya que sus padres preferirían renunciar a ella antes que tener que vivir con la deshonra de ver a su hija irse con el tal "Fidel".

El hurto de la chica se llevaría a cabo a media noche, Margarita salió sigilosamente del rancho y se dirigió a un lugar "secreto" cerca de un pequeño acantilado donde solía verse con Fidel. Esa noche el ansioso novio la esperaba puntual en el lugar acordado  y con un caballo el cual sería su medio de transporte para el escape.

Pasaba a penas la media noche cuando Margarita acababa de salir de la propiedad de sus padres y se dirigía corriendo a su encuentro con Fidel, en sus manos llevaba solo la esperanza de que él la estuviera esperando y así fue, ella alcanzaba a ver la silueta de su enamorado a lo lejos. Corrió con más fuerza que nunca sintiendo como el corazón se le salía del pecho, tropezó un par de veces con su largo vestido pero no importaba nada, era una noche perfecta, la luna dejaba ver a lo lejos al chico con el que pasaría el resto de su vida. Casi apunto estaba de llegar a su encuentro Fidel alcanza a ver a Margarita acercarse corriendo, el viento le había revuelto el cabello y tenía el vestido lleno de lodo, una sonrisa se asomó de su boca burlandose un poco del estado en que llegaba, aún sonriendo le extendió los brazos, la quizo hacer sufrir los ultimos 30 metros puesto que no se movió de donde estaba de pie. Un último esfuerzo penso Margarita ya casi estoy ahí, y mientras esas ideas pasaban por su mente se escuchó un estruendo, seguido por el cuerpo de Fidel desplomandose en el suelo, la silueta de un hombre desconocido con un gran sombrero de paja y lo que parecía una escopeta en su mano se acercó al cuerpo inerte de Fidel y lo arrastró hacia el acantilado haciendolo desaparecer del horizonte. Margarita se quedó inmovil y sin aliento. El hombre de la silueta desconocida tomó el caballo de Fidel y se fue. Margarita se hincó a llorar, no se podía mover aún, tenía miedo de que la vieran, tenía miedo hasta de respirar. Despues de al menos una hora se acercó a la orilla del acantilado pero no veía nada. Regresó a su casa de la misma manera en que salió y se metió a su cama.


Margarita lloró la muerte de su amado todas las noches durante muchos años, el tema nunca fue mencionado por nadie en su familia y mucho menos por ella. La dulce chica de 16 años lentamente desaparecía y daba entrada a una mujer que con los años se refugiaría en Dios y en todos los Santos que existen.


Don Demetrio.


Nadie sabe en realidad como se conocieron Don Demetrio y Doña Margarita, sus amistades los recuerdan como un matrimonio que llegó a Monterrey en 1950, que ella era una mujer muy guapa de al rededor de los 35 años y él un profesor de primaria de aspecto bastante mayor que ella. No tenían hijos, eran una pareja muy reservada. La poca vida social que tenían se reducía al circulo de conocidos del grupo de la iglesia al que acudían. En aquel entonces tenían una casa en el centro de la ciudad muy cerca de la escuela donde Demetrio impartía clases.


Margarita era cuidadosa con sus comentarios y nunca tenía alguno que fuera a dar pie a preguntas incomodas, como el hecho de que a su edad no tenía hijos y quizas nunca los tendría. Sus amistades mas cercanas de vez en cuando les consolaban al respecto pero Margarita se limitaba a sonreir. Nunca hablaban de sus familias, ni de como se conocieron. Era evidente que ella cambiaba el tema cuando alguien intentaba indagar al respecto.


Por su parte Demetrio era aún mas reservado que Margarita, se limitaba a sonreir y a asentir con su cabeza cada comentario de su esposa. Era un hombre de pequeños ojos negros, piel morena y manos delgadas. Vestía siempre de traje, algunas veces café, otras veces gris, pero nunca negro, decía que parecía enterrador cuando vestía de negro. Uno de los pocos placeres que se le conocía era la música. Tocaba el violín todas las noches en su casa asegurandose que nadie ajeno a Margarita lo pudiera escuchar. Tocaba una melodía triste y repetitiva una y otra vez, de hecho en toda la vida que han pasado juntos su esposa solo le conoció esa melodía. Era un hombre de costumbres y manías. Y su esposa le consentía con cada una de ellas. La única vez que Margarita no le esperaba con la comida caliente en casa fue por que corrió al hospital sintiendose tan mal que ni tiempo de escribir una nota tuvo. Cuando regresó a su casa y se encontró con Demetrio le explicó con lagrimas en los ojos que no estaba enferma, que el médico le dijo que estaba embarazada. En ese tiempo era tan extraño que una mujer de casi 40 años estuviera esperando un bebé. Ambos se sintieron enormemente bendecidos por el milagro que acababa de suceder, que en ese momento decidieron que su futuro bebé se llamaría  José María Manuel de los Santos Pérez si era niño, y María Jesusita Teresa de los Santos Pérez si era niña. 




Los 29 años de José María Manuel de los Santos Pérez




Ese día Manuel se levantó sintiendose indigno de haber cumplido un año más. Su vida había sido siempre a su parecer una lucha constante con las personas tratando de hacerlas mejores. Estaba cansado y asqueado de luchar tanto en lo que para el era su tarea de salvar a las almas del fuego eterno. Salió de su habitación para encontrarse con Doña Margarita y Don Demetrio quienes aunque eran un par de viejitos con perdidas de memoria frecuentes, tenían muy presente cada año el cumpleaños de su único hijo del cual estaban siempre orgullosos.


Un desayuno especial lo estaba aguardando en el comedor. Manuel regañó a su mamá por haberse tomado la molestia y le dejó muy claro que no era digno de tal sacrificio, que se lo diera de comer a algun pobre que pasara por la calle, y sin mas comentario que ese se preparó para ir a su trabajo donde seguramente encontraría tantas almas perdidas que le arruinarían el día.


El camino fue largo y tedioso, una sensación de metal le recorría la boca. Sentía repulsión hacia sí mismo por no haber sido mas estricto en su misión asignada a su parecer por el mismo Dios.


Llegó al trabajo y en su lugar lo esperaba una tarjeta firmada por sus compañeros deseandole un feliz día. Se preguntaba a si mismo,... ¿Cómo podía ser un buen día con tantos problemas en el mundo, seguramente era una broma de mal gusto la tarjetita esa, que desfachatez de gente atreverse a desearle un buen día? La tiró de inmediato y se puso a trabajar. 


Minutos mas tarde la chica encargada de las copias pasa frente a su escritorio y lo mira de reojo. Ese detalle lo enfureció tanto que le dice al chico que tiene a un lado, ¿viste lo que hizo Carolina? Me acaba de coquetear la muy descarada, cree que soy un chico fácil o que le pasa, es una cualquiera esa mujer por voltear a verme de esa forma! Que asco tengo, hasta quiero vomitar. El chico de junto se ríe y sigue trabajando, tantos años de trabajar junto a él le han enseñado a no tomarlo en serio. 


Manuel no soporta más esa sensación en su cuerpo entre hastío y desesperación y sale a tomar un poco de aire, normalmente iría a la planta baja a caminar un momento pero esta vez necesitaba liberarse de esa sensación extraña en su cuerpo, decidió subir a la terraza del piso mas alto del edificio, ahi podía respirar y estar solo. Tomó entonces el elevador y vió como en cada piso subía o bajaba alguien. Era insoportable, el hombre de traje que llegaba corriendo seguramente se acababa de ver con su amante por que por que otra razón llegaría tan tarde y tan apurado, era un degenerado, se merecía que lo viera con desprecio. Una mujer joven con un vestido a rayas subió y le dió los buenos días para luego bajar 2 pisos mas adeante, seguramente es una indecente por traer vestido a la oficina, que trata de hacer pensar a todos con un vestido así. Que asco, que perdición. Uno a uno entraban y salían del elevador. Manuel quería vomitar, en verdad se sentía enfermo, cerró los ojos y rezó en silencio, Dios aleja a estas personas asquerosas de mi, no dejes ni que me toquen. Piso 16, finalmente había llegado. 


Caminó hacia la orilla y la sensación de asco se fue lentamente. Nuevamente solo eran él y Dios. Miró hacía el cielo y lloró,... lloró por un largo rato por la gente que pensaba diferente que él, por la gente que salía a fiestas y se divertía habíendo tanta tristeza en el mundo, lloraba por los años que pasaron y los que faltan por llegar. Lloraba por todo el mundo entero y por que por no escucharlo se quemarían en el fuego eterno. Cuando ya no tuvo más por que llorar se sintió aliviado, estiró sus brazos nuevamente y dirigió su rostro al cielo, se secó las lagrimas y se dirigió de regreso al elevador, en su mente le pedía a Dios que se acabara pronto el día que no merecía un cumpleaños más. Mientras hablaba con Dios Manuel tenía la costumbre de mirar al cielo. Iba caminando y hablando con Dios cuando tropezó con unos tubos en el piso que lo hicieron resbalar, junto a él estaba el barandal de la terraza del que quizo sostenerse pero fue en vano. Los torpes movimientos que lo caracterizaban hicieron que pasara por entre los tubos del barandal cayendo desde lo alto del piso 16. No tuvo tiempo ni de voltearse,... Manuel cayó boca arriba sobre el piso de la planta baja, sus ojos aún estaban abiertos viendo al cielo. El vigilante corrió en su ayuda pero nada podía ya hacer. 


En su casa un pastel que no era digno de él lo esperaría al final del día.




Comentarios

May Barrios ha dicho que…
me encantó, una visión de diferentes aspectos sobre la actitud de la gente, problemas siempre existirán, si tan solo cada uno de nosotros sonreimos por la vida, otra cosa sería el mundo. Grande Ary!!
Lobo solitario ---Ph3R ha dicho que…
super like.......gustome

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