Princesa Aurora
La chica más linda de la escuela se llamaba Aurora, tan peculiar como su nombre era la chica de la que en secreto estaba enamorado. Tenía los ojos negros más bellos que jamás hubiera visto. A diario me sentaba en una banca cerca de su salón solo para verla salir de clases.
Había pasado un año entero desde que la conocí, recuerdo que fue en una clase de octavo semestre cuando en ese entonces la chica nueva entró por la puerta y aunque nadie le prestaba mucha atención para mí era imposible no notarla. Sus ojos redondos me observaron por un segundo mientras buscaba un lugar libre en el pequeño salón. Todo se veía tan borroso a su lado, yo solo la notaba a ella.
Aurora me recordaba a la típica princesa de un cuento de hadas, me hacía pensar en la bella durmiente y como el príncipe del cuento la besaba para sacarla de ese sueño eterno y hacerla su esposa.
Había planeado por meses invitarla a salir pero justo cuando estaba frente a ella me limitaba a decir "Disculpa, ¿me podrías dar tu hora?", siempre he sido tímido con las mujeres y aún más cuando me siento atraído hacia alguna.
Durante el tiempo que estuvimos juntos en la universidad el pensar en Aurora me motivaba a pensar a futuro y hacer planes para llegar a tener una posición económica holgada para que cuando me casara con ella no le faltara nunca nada y pudiera tener a mi princesa en el castillo que se merecía rodeada de lujos y mimos.
Los exámenes de final de carrera se acercaban y con ellos la tan esperada graduación. Tenía todo planeado, la esperaría fuera de la escuela muy cerca de su auto y cuando se acercara le entregaría una rosa y sutilmente la invitaría al baile, era perfecto, ella aceptaría, tendríamos una hermosa velada que la recordaríamos para siempre y luego de un tiempo de salir juntos la sorprendería con el mas hermoso anillo de compromiso, nuestra boda sería definitivamente un cuento de hadas digno de ella "Aurora y Felipe tienen el gusto de invitarlos a la ceremonia que tendrá lugar en..."
Espere uno, dos, tres, cinco días y Aurora no estaba por ningún lado, faltaba apenas una semana para la graduación y no había rastro de ella. Indagué con sus maestros y compañeros y nadie sabía nada. No se había presentado a los exámenes y nadie tenía una respuesta. Conseguí la dirección y la tía con la que vivía no me dio un solo dato. Era como si la misma tierra se la hubiera tragado.
La noche de graduación fue solo eso, la noche en que celebramos nuestro ingreso al mundo de los desempleados y dejamos de ser estudiantes, yo estuve cerca de la entrada la noche entera con la esperanza de que ella apareciera pero no fue así. Tiempo después entré a trabajar a una firma importante y con el paso de los años me hicieron socio. Todo era tal como lo imaginé excepto por ella. En este momento cualquiera podría pensar que la historia ya era lo suficientemente mala como para seguir pensando en la mujer que desapareció y me dejó el corazón adolorido, pues no es así, las cosas se pusieron peor.
Hoy por la mañana como cualquier otro ordinario día me disponía a ir al trabajo pero al salir con prisa de mi apartamento olvidé la cartera y me di cuenta justo cuando estaba cargando gasolina. Con el tanque lleno y sin un peso no había muchas opciones para arreglar el asunto. En cuestión de minutos me vi envuelto en una acalorada discusión hasta que una mujer se acercó y me ofreció dinero para salir de mi apuro.
No tenía palabras de agradecimiento hacia ella, le pedí su dirección y datos para entregarle el dinero que me había prestado en cuanto tuviera mi cartera. Ella muy amable se sonrío por un momento y se fue. Una vez en mi casa y con la cartera en mano saque la dirección de la mujer que salvó mi día, un escalofrío recorrió mi piel y las lagrimas que estuvieron contenidas por años brotaron en ese momento.
Me dirigí a la casa de esa señora tan rápido como pude y al llegar, toqué la puerta como hace diez años lo hice y tal cual como esa primera vez la misma mujer apareció. Ella me abrió y me sonrió como diciendo "mira que amable si vino a pagar". Estaba claro que ella no me recordaba, así que le entregué su dinero y antes de irme le dije: "Su familia es muy afortunada al tener a alguien como usted" y ella se limito a decir: "gracias joven, pero vivo sola, hace diez años mi sobrina que es mi única familia se fue con Simón el panadero, él es muy sensible respecto a su papel de esposo y no permite que le dé a mi sobrina algo de dinero, dice que la mantiene con lo que tiene y eso debe bastarle".
Las palabras de la tía de Aurora me hirieron tanto que sentí como me quebrara por dentro, sin embargo traté de mantener la compostura y despedirme tan amablemente como llegué.
No fue difícil averiguar sobre Simón el panadero de esa colonia. Cuentan los vecinos de ahí que hace diez años se robó a una novia muy bonita que tenía y se fueron a vivir juntos, dicen que fue amor a primera vista y aunque pasan algunas penas por el dinero son una pareja feliz.
Al final del día visité la universidad y me senté en la misma banca donde la vi pasar cientos de veces, y finalmente me di cuenta con tristeza, que la princesa que esperaba viviera feliz en mi castillo nunca vendrá.
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