BARBIE LUCE DI STELLE
El regalo que recuerdo con más cariño cuando era niña fue la Barbie que me esperó bajo mi pino un 25 de diciembre de 1986.
Era la locura pensar que una muñeca tenía un vestido lleno de estrellitas que brillaban en la noche. No había nada parecido, era perfecta. El vestido era una miniatura a escala de un vestido de noche, glamoroso, elegante y confeccionado con delicados detalles. Debo confesar que fue mi primer Barbie y la única que se convirtió en mi favorita.
Pasaron años y la tuve siempre peinada y con su vestido de noche en alguna repisa de mi habitación. Finalmente fue víctima de mi hermana menor y terminó como todas las Barbies: despeinada y sin vestido, arrumbada en un rincón.
No sé por qué la recordé hoy, pero la sensación que vino hacia mí fue de alegría pura. Que simples somos cuando somos niños y nuestra alegría cabe en una caja de 30x12x6
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