Una rosa blanca

En una pequeña ciudad al sur de Francia nació Abril hermosa y risueña, creció en el seno de una familia acomodada. Con enormes ojos marrón y cabello dorado como el trigo, parecía una pequeña princesa salida de un cuento de hadas. Su padre Monsieur Château tenía vastas propiedades que le hacían vivir de sus rentas de una manera holgada de tal manera que sin problema podía mantener a sus 8 hijos, siendo los primeros 7 varones, y Abril, la única mujer y la más pequeña de sus hermanos.
Los chicos fueron educados para ser cabezas de familia y la pequeña Abril como una pequeña damita, que algún día sería el orgullo de la familia casándose con algún joven adinerado y digno su amor. Nada haría más felices a sus padres que su hija se casara con el mejor hombre del mundo y por supuesto esto incluía una posición social mayor o al menos igual que la suya. Así eran las cosas en ese entonces y estaban bien.
Annie la nana de Abril quien estaba al cuidado de la niña día y noche, la consentía en todo lo que se le ocurría. Tenía Annie apenas 15 años cuando nació abril, y desde ese día se ocupo de ella llegándola a querer casi como si fuera su propia hija.
La madre de Abril era una señora de la alta sociedad de nombre Florence que gustaba de todo evento social que ocurriese en Marsella, era una excelente anfitriona al momento de tener invitados y aún después de sus 8 hijos conservaba una figura envidiable para muchas mujeres de su época.
Pasó el tiempo y cuando Abril cumple 4 años comienza con lecciones de piano a cargo de un excelente maestro contratado por su padre. Él había tocado en numerosos conciertos en París y después de muchos años se retiró yéndose a vivir a Marsella donde Monsieur Château lo conoció.
La infancia de Abril transcurría entre mimos de sus padres y sus lecciones de música. A los 10 años ya tocaba la mayoría de las piezas más complicadas para la época (1840), para entonces algunos de sus hermanos habían dejado ya el hogar para irse a estudiar a Paris y los más grandes habían comenzado ya su propia familia, sin embargo, cada verano acudían a Marsella a visitar a sus padres y hermanos.
Todo marchaba bien en casa de Monsieur Château ningún padre estuvo jamás más orgulloso de sus hijos que él.
Verano tras verano, en casa de los Château frecuentemente se encontraban de visita algunos de los hermanos de Abril y sus esposas, pasaban la tarde hablando de las novedades de parís y la vida alocada que allá se vivía, las nuevas obras de teatro o los espectáculos que la ciudad ofrecía los fines de semana. Todas estas pláticas sobre París y sus novedades aburrían de sobremanera a la chica, que en ese entonces a sus 12 años tenía solo dos intereses en particular, el primero de ellos era la música y el segundo la lectura. Nada fuera de estos dos mundos le causaba el menor interés.

Una tarde de verano precisamente en una de las acostumbradas reuniones familiares Abril se levantó de la sillita acojinada donde se encontraba y se dispuso a tocar el piano, de esa forma seguía presente en la sala y participaba de la plática armonizando la misma. Era de esperar que al haberla oído tocar todos estos años y superarse en sus conocimientos nadie en su familia se sorprendía de lo bien que la chica tocaba el piano.
Transcurrieron 3 veranos más, Abril recién había cumplido 15 años y en su casa se repetía la misma rutina, la chica se ensimismaba en la música y fingía “estar” en la conversación. Sin embargo lo que realmente pasaba por su cabeza era el saborear nota por nota de sus interpretaciones al punto de perderse en ellas.
Ese verano algo inusual pasó, Abril lo recuerda como la tarde que murió su maestro de piano, ella se encontraba ejecutando una sonata y justo cuando se aproximaba el cierre de la misma oyó un fuerte golpe en el piso que la sacó de toda concentración. Su maestro yacía en el suelo víctima de un infarto. Nada se pudo hacer por él, ya había muerto cuando el médico llegó a la casa de los Château.
Los días posteriores a la muerte de su maestro una gran tristeza invadió a Abril, no quería tocar, ni leer, ni salir a pasear y se pasaba los días enteros en cama. Habían sido años de dedicación a la música y ahora estaba sola. El padre de Abril al verla tan deprimida organizó algunas reuniones en casa donde invitaba a sus amistades con hijos jóvenes como ella para que se distrajera un poco. En una de esas reuniones conoció al hijo de la familia Deleau , bien parecido y con 24 años les parecía un excelente partido a los padres de ambos, el chico se llamaba Elliot y era todo lo que el padre de Abril alguna vez deseó para su hija.
Elliot fue presentado a Abril esa noche justo antes de anunciar la cena y ella simplemente le sonrió, seguía contrariada por sus clases de piano, después de muchos intentos de conversación salió el tema de que Elliot tenía un buen amigo que estudió piano en Vienna y que estaría un tiempo en Marsella, Elliot podría convencerlo para que continuara con las lecciones de Abril.
Bastó solo una pequeña suplica de la chica hacia su padre para que éste convenciese a Elliot de traer a su amigo a que le diera lecciones a su hija.
Las clases comenzaron nuevamente, Elliot presentó a la familia Château a su amigo Jean-Claude quien para la sorpresa de la familia no era descendiente de ninguna familia rica o si quiera acomodada. Sin embargo el padre de Abril accedió a que acudiera como maestro de piano.

Describir como es Jean-Claude es complicado, era un tipo delgado que no pasaba de los 23 años, desaliñado y con el pelo siempre alborotado, el color de sus ojos era de un gris oscuro que casi podías pensar que era negro, si te miraba fijamente daba la impresión que te devoraba con la mirada, cuestión que era contradictoria con su aspecto tan frágil, aunque era tan joven era un excelente pianista. Hablaba poco, sus delgadas manos daban la impresión de que pertenecían más a un muerto que a un vivo. Al principio Abril se sentía un poco incómoda con la seriedad de su nuevo maestro pero en cuestión de algunos meses ambos se sentían agusto hablando poco y tocando mucho.
Las visitas de Elliot se hacían más frecuentes en casa de Abril hasta el punto de estar todas las tardes en casa de los Château , la chica sabía que Jean-Claude estaba ahí solo por Elliot y que a éste no podía rechazarlo o perdería a su nuevo maestro de piano, al mismo tiempo Jean-Claude se sentía atraído hacia Abril desde el primer día que la vio, sin embargo tenía las manos atadas al ser su amigo Elliot el pretendiente oficial de la misma y solo le quedaba enterrar sus sentimientos en lo más profundo de su ser.
Aunque no podía de manera alguna demostrar algún gesto de amor a la chica se esforzaba en corregir de manera suave y gentil algunos errores en las interpretaciones de la misma, así como mostrarle finas técnicas al momento de interpretar. Había magia en la sala principal donde Abril tomaba sus lecciones cada vez que su maestro interpretaba para ella alguna pieza. Nunca nadie había despertado en ella sentimientos tan intensos como Jean-Claude, sentía como su corazón latía rápido cada vez que él llegaba a su casa para la lección de piano, procuraba estar muy cerca a de él cuando éste le explicaba algo. Sus ojos se habían convertido en un abismo y ella se quería perder en él. Poco a poco la música dejó de ser la razón más importante de su existencia y Jean – Claude comenzó a ocupar ese lugar.
Lamentablemente para ambos Elliot pidió la mano de Abril 6 meses después de haber comenzado las lecciones y ésta fue concedida por Monsieur Château. Abril no tenía opción, tendrá que acatar la decisión de su padre, sabía que su familia jamás aceptaría a Jean-Claude como su esposo y además convertiría ese matrimonio en una vergüenza para la sociedad al unir su vida con un pobre músico. Estaba decidido Elliot tenía el permiso de Monsieur Château para casarse con Abril.
Elliot se presentó solo al día siguiente, la chica se sorprendió al no ver a Jean-Claude, a lo que éste respondió que había tenido una plática con Monsieur Château pidiendo su mano y ésta había sido concedida, esa tarde Elliot le pidió a Jean - Claude que suspendiera la lección para poder planear con Abril algunos detalles de la boda. Abril lloró, Elliot pensaba que de alegría, y Abril sabía que después de la boda jamás volvería a ver a Jean-Claude, para desgracia de la misma en la época en que esto sucedió muchas eran las parejas que se casaban por conveniencias de sus padres para elevar la posición social sin que la opinión de los involucrados contara en absoluto, simplemente las cosas eran así y estaban bien.
Abril solo asentía a todo lo que Elliot le decía y de vez en cuando una lágrima rodaba por su mejilla, se disculpó luego de un rato alegando estar cansada y Elliot se marchó.
Esa noche Abril se sentó al piano y tocó tristemente “moon light sonata”, dejó de tocar solo hasta que sintió que no quedaban más lágrimas en ella para derramar, Jean –Claude no resistía extrañarla tanto y ahora que sabía que Abril se casaría pronto con Elliot una profunda tristeza lo invadió y fue hacía la casa de la Abril, y desde la barda más cercana a la habitación donde se encontraba la chica la escuchó tocar hasta la última nota, como deseaba decirle en ese momento lo que sentía y poder abrazarla fuertemente contra él. Después de un rato que la chica había dejado de tocar y solo se escuchaba el sonido del viento Jean- Claude con lágrimas en los ojos y dolor en el corazón se dispuso alejarse de ahí.
Abril tuvo una sensación extraña y corrió a asomarse a la ventana, vio la silueta de Jean – Claude alejarse, y sin pensarlo un momento bajo en silencio por las frías escaleras de mármol y escabulléndose por el jardín salió a alcanzarlo.

Una vez afuera ella lo llamó y éste corrió a su encuentro, sin cruzar palabras la rodeo fuertemente con sus brazos y olvidándose del lugar donde se encontraban y las circunstancias que los separaban sin aviso alguno sus labios se unieron en un apasionado beso, finalmente y aún entre sus brazos Abril lloró dándole a entender a Jean – Claude que no había manera que sus caminos pudieran ir por la misma senda, él simplemente bajó la cabeza.
Esa noche había luna llena, Abril miraba fijamente los ojos del chico que estaba a punto de perder para siempre y le dijo:
-Siempre que escuches que toco “moon light sonata” es porque estoy pensando en ti-
A lo que Jean – Claude respondió, “Siempre que escuche que tocas esa pieza te dejaré una rosa blanca cerca de tu balcón”
Por última vez se abrazaron y se despidieron con un beso más largo que el anterior, la chica entró a su casa y no volvió a saber de él hasta un día antes de su boda cuando al día siguiente de tocar en el piano la tan triste y antes mencionada melodía encontró sobre la barda que da hacia su balcón una rosa blanca que descansaba bajo los rayos de la luna.
Abril murió 3 años después de haberse casado con Elliot, víctima de tuberculosis la chica dejó escrito en sus últimos momentos de lucidez que si llegase a morir la enterraran cubierta de 50 rosas blancas, y así fue. El día del funeral de Abril su féretro contenía 50 rosas blancas, Jean – Claude asistió al funeral y no pudo contener el llanto al ver a Abril cubierta de rosas, las 50 rosas que simbolizaban las rosas que durante años dejó para su amada.
Pasó el tiempo y cuando Abril cumple 4 años comienza con lecciones de piano a cargo de un excelente maestro contratado por su padre. Él había tocado en numerosos conciertos en París y después de muchos años se retiró yéndose a vivir a Marsella donde Monsieur Château lo conoció.
La infancia de Abril transcurría entre mimos de sus padres y sus lecciones de música. A los 10 años ya tocaba la mayoría de las piezas más complicadas para la época (1840), para entonces algunos de sus hermanos habían dejado ya el hogar para irse a estudiar a Paris y los más grandes habían comenzado ya su propia familia, sin embargo, cada verano acudían a Marsella a visitar a sus padres y hermanos.
Todo marchaba bien en casa de Monsieur Château ningún padre estuvo jamás más orgulloso de sus hijos que él.
Verano tras verano, en casa de los Château frecuentemente se encontraban de visita algunos de los hermanos de Abril y sus esposas, pasaban la tarde hablando de las novedades de parís y la vida alocada que allá se vivía, las nuevas obras de teatro o los espectáculos que la ciudad ofrecía los fines de semana. Todas estas pláticas sobre París y sus novedades aburrían de sobremanera a la chica, que en ese entonces a sus 12 años tenía solo dos intereses en particular, el primero de ellos era la música y el segundo la lectura. Nada fuera de estos dos mundos le causaba el menor interés.

Una tarde de verano precisamente en una de las acostumbradas reuniones familiares Abril se levantó de la sillita acojinada donde se encontraba y se dispuso a tocar el piano, de esa forma seguía presente en la sala y participaba de la plática armonizando la misma. Era de esperar que al haberla oído tocar todos estos años y superarse en sus conocimientos nadie en su familia se sorprendía de lo bien que la chica tocaba el piano.
Transcurrieron 3 veranos más, Abril recién había cumplido 15 años y en su casa se repetía la misma rutina, la chica se ensimismaba en la música y fingía “estar” en la conversación. Sin embargo lo que realmente pasaba por su cabeza era el saborear nota por nota de sus interpretaciones al punto de perderse en ellas.
Ese verano algo inusual pasó, Abril lo recuerda como la tarde que murió su maestro de piano, ella se encontraba ejecutando una sonata y justo cuando se aproximaba el cierre de la misma oyó un fuerte golpe en el piso que la sacó de toda concentración. Su maestro yacía en el suelo víctima de un infarto. Nada se pudo hacer por él, ya había muerto cuando el médico llegó a la casa de los Château.
Los días posteriores a la muerte de su maestro una gran tristeza invadió a Abril, no quería tocar, ni leer, ni salir a pasear y se pasaba los días enteros en cama. Habían sido años de dedicación a la música y ahora estaba sola. El padre de Abril al verla tan deprimida organizó algunas reuniones en casa donde invitaba a sus amistades con hijos jóvenes como ella para que se distrajera un poco. En una de esas reuniones conoció al hijo de la familia Deleau , bien parecido y con 24 años les parecía un excelente partido a los padres de ambos, el chico se llamaba Elliot y era todo lo que el padre de Abril alguna vez deseó para su hija.
Elliot fue presentado a Abril esa noche justo antes de anunciar la cena y ella simplemente le sonrió, seguía contrariada por sus clases de piano, después de muchos intentos de conversación salió el tema de que Elliot tenía un buen amigo que estudió piano en Vienna y que estaría un tiempo en Marsella, Elliot podría convencerlo para que continuara con las lecciones de Abril.
Bastó solo una pequeña suplica de la chica hacia su padre para que éste convenciese a Elliot de traer a su amigo a que le diera lecciones a su hija.
Las clases comenzaron nuevamente, Elliot presentó a la familia Château a su amigo Jean-Claude quien para la sorpresa de la familia no era descendiente de ninguna familia rica o si quiera acomodada. Sin embargo el padre de Abril accedió a que acudiera como maestro de piano.

Describir como es Jean-Claude es complicado, era un tipo delgado que no pasaba de los 23 años, desaliñado y con el pelo siempre alborotado, el color de sus ojos era de un gris oscuro que casi podías pensar que era negro, si te miraba fijamente daba la impresión que te devoraba con la mirada, cuestión que era contradictoria con su aspecto tan frágil, aunque era tan joven era un excelente pianista. Hablaba poco, sus delgadas manos daban la impresión de que pertenecían más a un muerto que a un vivo. Al principio Abril se sentía un poco incómoda con la seriedad de su nuevo maestro pero en cuestión de algunos meses ambos se sentían agusto hablando poco y tocando mucho.
Las visitas de Elliot se hacían más frecuentes en casa de Abril hasta el punto de estar todas las tardes en casa de los Château , la chica sabía que Jean-Claude estaba ahí solo por Elliot y que a éste no podía rechazarlo o perdería a su nuevo maestro de piano, al mismo tiempo Jean-Claude se sentía atraído hacia Abril desde el primer día que la vio, sin embargo tenía las manos atadas al ser su amigo Elliot el pretendiente oficial de la misma y solo le quedaba enterrar sus sentimientos en lo más profundo de su ser.
Aunque no podía de manera alguna demostrar algún gesto de amor a la chica se esforzaba en corregir de manera suave y gentil algunos errores en las interpretaciones de la misma, así como mostrarle finas técnicas al momento de interpretar. Había magia en la sala principal donde Abril tomaba sus lecciones cada vez que su maestro interpretaba para ella alguna pieza. Nunca nadie había despertado en ella sentimientos tan intensos como Jean-Claude, sentía como su corazón latía rápido cada vez que él llegaba a su casa para la lección de piano, procuraba estar muy cerca a de él cuando éste le explicaba algo. Sus ojos se habían convertido en un abismo y ella se quería perder en él. Poco a poco la música dejó de ser la razón más importante de su existencia y Jean – Claude comenzó a ocupar ese lugar.
Lamentablemente para ambos Elliot pidió la mano de Abril 6 meses después de haber comenzado las lecciones y ésta fue concedida por Monsieur Château. Abril no tenía opción, tendrá que acatar la decisión de su padre, sabía que su familia jamás aceptaría a Jean-Claude como su esposo y además convertiría ese matrimonio en una vergüenza para la sociedad al unir su vida con un pobre músico. Estaba decidido Elliot tenía el permiso de Monsieur Château para casarse con Abril.
Elliot se presentó solo al día siguiente, la chica se sorprendió al no ver a Jean-Claude, a lo que éste respondió que había tenido una plática con Monsieur Château pidiendo su mano y ésta había sido concedida, esa tarde Elliot le pidió a Jean - Claude que suspendiera la lección para poder planear con Abril algunos detalles de la boda. Abril lloró, Elliot pensaba que de alegría, y Abril sabía que después de la boda jamás volvería a ver a Jean-Claude, para desgracia de la misma en la época en que esto sucedió muchas eran las parejas que se casaban por conveniencias de sus padres para elevar la posición social sin que la opinión de los involucrados contara en absoluto, simplemente las cosas eran así y estaban bien.
Abril solo asentía a todo lo que Elliot le decía y de vez en cuando una lágrima rodaba por su mejilla, se disculpó luego de un rato alegando estar cansada y Elliot se marchó.
Esa noche Abril se sentó al piano y tocó tristemente “moon light sonata”, dejó de tocar solo hasta que sintió que no quedaban más lágrimas en ella para derramar, Jean –Claude no resistía extrañarla tanto y ahora que sabía que Abril se casaría pronto con Elliot una profunda tristeza lo invadió y fue hacía la casa de la Abril, y desde la barda más cercana a la habitación donde se encontraba la chica la escuchó tocar hasta la última nota, como deseaba decirle en ese momento lo que sentía y poder abrazarla fuertemente contra él. Después de un rato que la chica había dejado de tocar y solo se escuchaba el sonido del viento Jean- Claude con lágrimas en los ojos y dolor en el corazón se dispuso alejarse de ahí.
Abril tuvo una sensación extraña y corrió a asomarse a la ventana, vio la silueta de Jean – Claude alejarse, y sin pensarlo un momento bajo en silencio por las frías escaleras de mármol y escabulléndose por el jardín salió a alcanzarlo.

Una vez afuera ella lo llamó y éste corrió a su encuentro, sin cruzar palabras la rodeo fuertemente con sus brazos y olvidándose del lugar donde se encontraban y las circunstancias que los separaban sin aviso alguno sus labios se unieron en un apasionado beso, finalmente y aún entre sus brazos Abril lloró dándole a entender a Jean – Claude que no había manera que sus caminos pudieran ir por la misma senda, él simplemente bajó la cabeza.
Esa noche había luna llena, Abril miraba fijamente los ojos del chico que estaba a punto de perder para siempre y le dijo:
-Siempre que escuches que toco “moon light sonata” es porque estoy pensando en ti-
A lo que Jean – Claude respondió, “Siempre que escuche que tocas esa pieza te dejaré una rosa blanca cerca de tu balcón”
Por última vez se abrazaron y se despidieron con un beso más largo que el anterior, la chica entró a su casa y no volvió a saber de él hasta un día antes de su boda cuando al día siguiente de tocar en el piano la tan triste y antes mencionada melodía encontró sobre la barda que da hacia su balcón una rosa blanca que descansaba bajo los rayos de la luna.
Abril murió 3 años después de haberse casado con Elliot, víctima de tuberculosis la chica dejó escrito en sus últimos momentos de lucidez que si llegase a morir la enterraran cubierta de 50 rosas blancas, y así fue. El día del funeral de Abril su féretro contenía 50 rosas blancas, Jean – Claude asistió al funeral y no pudo contener el llanto al ver a Abril cubierta de rosas, las 50 rosas que simbolizaban las rosas que durante años dejó para su amada.
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