Pequeña azucena

Despierta con un rayo de sol la pequeña azucena, es de día y al asomarse a su ventana observa como el campo brilla con reflejos de oro, pareciera que le hubieran espolvoreado escarcha dorada. El paisaje es impresionante, todo esa mañana brillaba más que de costumbre, y el profundo cielo rosa lucía hermosas nubes de plata.
La pequeña vuelve a la cama unos minutos más solo para pensar lo feliz que es y lo bella que es su vida.
Azucena se prepara para salir a saludar al pueblo, se da un baño de burbujas en su hermosa tina de oro y piedras preciosas mientras oye a las aves cantar desde su ventana. El sol que es su amigo le ofrece unos discretos rayos de luz que le iluminan el rostro mientras ella juega en el agua.
Sale de palacio y rodeada por un séquito de damas vestidas en sedas multicolores saluda a sus súbditos quienes le hacen reverencias. En el camino que conduce de palacio al pueblo la pequeña contempla los jardines que su padre el rey mando hacer para ella. Apenas 8 años tiene Azucena y sobre su cabeza se asoma ya una pequeña corona y con ella los beneficios de la realeza.
Los días nos son muy diferentes unos de otros. En palacio recibe la educación que toda princesa debe tener, y al final del día, su padre dedica unos minutos para platicar con ella y darle un beso de buenas noches.
La pequeña princesa, como la llaman con cariño en palacio, tiene imágenes incompletas de recuerdos en su cabeza, pero no les da ninguna importancia, ni hace el esfuerzo por recordar ya que es tan feliz día con día, la mayor parte del tiempo solo piensa en juegos, canciones y paseos. Por lo que a ella concierne, su vida ha sido siempre bella y colmada de toda clase de lujos.
Hay días que azucena oye voces que le dicen , “regresa” pero las ignora y no le cuenta a nadie por miedo que la vayan a creer loca y con esto sea candidata a alguna reprimenda por “inventar cosas”, le resulta fácil no hacer caso, ya que tarde que temprano las voces se cansan y dejan de molestar.
Es de noche y al acostarse un amoroso padre la arropa y le desea dulces sueños. No muy lejos de ahí en ese mismo instante un padre besa la frente de su pequeña de nombre Gabriela sin que ella muestre interés alguno.
El padre de Gabriela, deja la habitación de la pequeña y con lágrimas en los ojos se aleja. Hace ya casi 2 años que no oye la voz de su niña. El padre de Gaby no pierde la esperanza de que su hija vuelva a ser la de antes y decide llevarla a otro país donde lo han contactado con un equipo de médicos que investigan un nuevo tratamiento para este “tipo de casos”.
Azucena pregunta a su padre antes de dormir, por que eligió ese nombre para ella, a lo que él contesta: -elegimos ese nombre por que eres igual de bella que la flor de la azucena, tu madre ama esas flores por hermosas y delicadas-. Azucena suspira satisfecha y cierra los ojos, hacía ya un tiempo que no veía a su madre, cuando la buscaba le indicaban que había salido de viaje o que estaba ocupada en asuntos del palacio, cosas de reinas le decían. Era extraño pero sabía que era cuestión de tiempo para que su madre la buscara.
El padre de Gabriela prepara a su hija para el viaje, el cual será largo. Gabriela tiene una expresión serena en el rostro y muchas veces durante el día sonríe sin motivo alguno, resulta ser muy desconcertante cuando sin motivo alguno y con la mirada perdida suelta una carcajada.
El viaje fue más extenuante de lo que el padre de Gabriela imaginaba, finalmente luego de muchas horas se encuentran frente a un gran hospital donde Gabriela es ingresada y asignada a una habitación de paredes acojinadas. Han debido atarle las muñecas a la cama debido a que ya se ha hecho daño en otras ocasiones. Esta habitación a diferencia de la anterior no tiene ventanas y es muy deprimente en su interior.
El padre de Gabriela se encuentra impaciente por el nuevo tratamiento, la deja en la habitación y se va a descansar unas horas al hotel que está cruzando la calle.
Mientras tanto Azucena en su habitación sueña, se encuentra en un lugar desconocido, esta en la playa pero no reconoce exactamente el lugar, no hay mucha gente, ve a un par de niños de escasos 12 años jugar en el mar, muy cerca de la orilla, ella está con su madre haciendo enormes castillos de arena.
De repente se escuchan gritos a lo lejos, uno de los niños se alejó demasiado y ha comenzado a ahogarse, los otros 2 corren a la orilla pidiendo ayuda. No lo piensa 2 veces la madre de la pequeña Azucena y corre a rescatar al pequeño que salpica agua desesperado mientras trata de evitar hundirse.
Algo sale mal, el pequeño está muy asustado y en su desesperación hunde a la madre de Azucena, el mar está muy picado y tras varios intentos les es imposible salir. Ambos se han hundido en el mar. Azucena observa la escena con los ojos llenos de lágrimas, y espera a que en algún momento su madre salga del agua. Despierta de un sobresalto azucena. Que sueño tan horrible, fue casi tan real que se siente angustiada. Afortunadamente ha sido solo un sueño y sabe que su madre descansa en la habitación continua con su padre. Se recuesta nuevamente e intenta dormir de nuevo.
Pareciera que no es de día aún por la falta de la luz del sol en la habitación de Gabriela. Una enfermera ha entrado, la saluda –Buenos días pequeño vegetal- pero ésta no emite sonido o expresión alguna, sus ojos están abiertos pero tiene la mirada totalmente perdida, la enfermera aprovechándose de la situación le tira agua encima de la cara para ver su reacción, pero Gabriela ni se inmuta. Desamarra entonces las muñecas de la enferma y sale de la habitación. Más tarde entra el doctor Santibañez, un reconocido psiquiatra que evaluará el caso de Gabriela y probará un nuevo y prometedor tratamiento. Ordena unos análisis y tras fallidos intentos de comunicarse con ella sale de la habitación.
La situación de Gabriela no ha variado mucho, en los últimos años, despertó de su “ausencia” solo 1 vez, y aunque logró reconocer a su padre en el momento que recordó el suceso ocurrido con su madre entró en estado similar al catatónico. El padre de Gabriela ha recibido más de 5 o 6 indicios de lo que pudiera estarle ocurriendo, sin embargo nadie ha podido concretar un diagnóstico.
Aunque Gabriela se encuentra inmóvil la mayor parte del tiempo y no habla, frecuentemente se ríe o se le escucha conversando sola, sin embargo no se comunica ni responde a estimulo alguno, es como si existiera pero en otro lugar, solo ella sabe donde se encuentra.
El padre de Gabriela ha llegado al hospital, lo están esperando con el nuevo fármaco listo para suministrárselo a su hija, no se sabe con exactitud los efectos del mismo puesto que no hay casos similares a los de Gabriela antes registrados.
Mientras tanto Azucena se encuentra en el bosque, un nuevo entrenador de equitación le ha sido asignado, por lo que van a las caballerizas por su caballo preferido, Azucena indica que quiere montar a Kira una hermosa yegua blanca de hermosa crin dorada. Azucena acaricia a su yegua. Gabriela sonríe, esa cara siempre asusta a su padre, ya que más que una sonrisa pareciera una mueca ya que al “sonreír” abre demasiado los ojos y los deja fijos y perdidos.
La jeringa esta lista, un poco de alcohol para limpiar el brazo y el piquete a la vena inmediatamente. Comienza el nuevo medicamento a inundar el torrente sanguíneo de Gabriela. -Si funciona nos daremos cuenta en cuestión de minutos-, comenta Santibañez. Azucena ha comenzado a montar a Kira, sin embargo el animal se altera y empieza a galopar desenfrenadamente tirando al entrenador y abriéndose paso rumbo al bosque. Azucena está aterrada, se agarra fuerte al animal, ella no quiere caer, pero éste, está como loco, Azucena grita “papito sálvame”, “no dejes que me caiga”, “tengo miedo”.
Gabriela comienza a moverse, las lágrimas en sus ojos se asoman, el padre de ella se angustia, el médico le indica que es normal.
Azucena ha caído del caballo y se encuentra en el piso, su rubio cabello se encuentra teñido de rojo y no puede moverse, su padre ha llegado ha venido corriendo al oír sus gritos, ella le suplica no la deje morir, Azucena cierra los ojos, y al abrirlos ve a su padre rodeado de hombres de batas blancas y le pregunta: “que ha pasado con Kira?”, “llévame al palacio por favor, quiero ver a mamá”. Su padre desconcertado la abraza y le dice, Gabriela tu madre murió hace 2 años, pero yo me alegro tanto de verte. Una corriente de miedo inunda el cuerpo de Gabriela, -no es posible que mi madre haya muerto, donde estoy y quienes son estas personas, quiero irme a mi casa, déjenme regresar a casa.
Gabriela comienza a llorar desesperadamente, y entre gritos y lágrimas suplica que la lleven con su padre y su madre, asegurando que el que ahora ve no lo es, y que quiere ir a palacio. La situación se sale de control, Gabriela llora amargamente, grita que ha muerto y se encuentra seguramente en el infierno. Las enfermeras la sujetan de los brazos y le administran un sedante. Gabriela cae en un sueño profundo. Horas más tarde despierta en su cama, su recamara es la misma de siempre. Al pie de su cama se encuentra su padre quien la aguarda con los ojos inundados de amor. –Azucena, ahora ya estas bien. Nunca dejaría que nada malo te pasara. Solo has tenido un mal sueño, ya estas en casa-.
El padre de Gabriela ha regresado con su hija a casa, ha rechazado el tratamiento. De ves en cuando la ve sonreír, y tiene la esperanza de que si algún día despierta lo reconozca y será la misma chiquilla que antes jugueteaba en el jardín.
La pequeña vuelve a la cama unos minutos más solo para pensar lo feliz que es y lo bella que es su vida.
Azucena se prepara para salir a saludar al pueblo, se da un baño de burbujas en su hermosa tina de oro y piedras preciosas mientras oye a las aves cantar desde su ventana. El sol que es su amigo le ofrece unos discretos rayos de luz que le iluminan el rostro mientras ella juega en el agua.
Sale de palacio y rodeada por un séquito de damas vestidas en sedas multicolores saluda a sus súbditos quienes le hacen reverencias. En el camino que conduce de palacio al pueblo la pequeña contempla los jardines que su padre el rey mando hacer para ella. Apenas 8 años tiene Azucena y sobre su cabeza se asoma ya una pequeña corona y con ella los beneficios de la realeza.
Los días nos son muy diferentes unos de otros. En palacio recibe la educación que toda princesa debe tener, y al final del día, su padre dedica unos minutos para platicar con ella y darle un beso de buenas noches.
La pequeña princesa, como la llaman con cariño en palacio, tiene imágenes incompletas de recuerdos en su cabeza, pero no les da ninguna importancia, ni hace el esfuerzo por recordar ya que es tan feliz día con día, la mayor parte del tiempo solo piensa en juegos, canciones y paseos. Por lo que a ella concierne, su vida ha sido siempre bella y colmada de toda clase de lujos.
Hay días que azucena oye voces que le dicen , “regresa” pero las ignora y no le cuenta a nadie por miedo que la vayan a creer loca y con esto sea candidata a alguna reprimenda por “inventar cosas”, le resulta fácil no hacer caso, ya que tarde que temprano las voces se cansan y dejan de molestar.
Es de noche y al acostarse un amoroso padre la arropa y le desea dulces sueños. No muy lejos de ahí en ese mismo instante un padre besa la frente de su pequeña de nombre Gabriela sin que ella muestre interés alguno.
El padre de Gabriela, deja la habitación de la pequeña y con lágrimas en los ojos se aleja. Hace ya casi 2 años que no oye la voz de su niña. El padre de Gaby no pierde la esperanza de que su hija vuelva a ser la de antes y decide llevarla a otro país donde lo han contactado con un equipo de médicos que investigan un nuevo tratamiento para este “tipo de casos”.
Azucena pregunta a su padre antes de dormir, por que eligió ese nombre para ella, a lo que él contesta: -elegimos ese nombre por que eres igual de bella que la flor de la azucena, tu madre ama esas flores por hermosas y delicadas-. Azucena suspira satisfecha y cierra los ojos, hacía ya un tiempo que no veía a su madre, cuando la buscaba le indicaban que había salido de viaje o que estaba ocupada en asuntos del palacio, cosas de reinas le decían. Era extraño pero sabía que era cuestión de tiempo para que su madre la buscara.
El padre de Gabriela prepara a su hija para el viaje, el cual será largo. Gabriela tiene una expresión serena en el rostro y muchas veces durante el día sonríe sin motivo alguno, resulta ser muy desconcertante cuando sin motivo alguno y con la mirada perdida suelta una carcajada.
El viaje fue más extenuante de lo que el padre de Gabriela imaginaba, finalmente luego de muchas horas se encuentran frente a un gran hospital donde Gabriela es ingresada y asignada a una habitación de paredes acojinadas. Han debido atarle las muñecas a la cama debido a que ya se ha hecho daño en otras ocasiones. Esta habitación a diferencia de la anterior no tiene ventanas y es muy deprimente en su interior.
El padre de Gabriela se encuentra impaciente por el nuevo tratamiento, la deja en la habitación y se va a descansar unas horas al hotel que está cruzando la calle.
Mientras tanto Azucena en su habitación sueña, se encuentra en un lugar desconocido, esta en la playa pero no reconoce exactamente el lugar, no hay mucha gente, ve a un par de niños de escasos 12 años jugar en el mar, muy cerca de la orilla, ella está con su madre haciendo enormes castillos de arena.
De repente se escuchan gritos a lo lejos, uno de los niños se alejó demasiado y ha comenzado a ahogarse, los otros 2 corren a la orilla pidiendo ayuda. No lo piensa 2 veces la madre de la pequeña Azucena y corre a rescatar al pequeño que salpica agua desesperado mientras trata de evitar hundirse.
Algo sale mal, el pequeño está muy asustado y en su desesperación hunde a la madre de Azucena, el mar está muy picado y tras varios intentos les es imposible salir. Ambos se han hundido en el mar. Azucena observa la escena con los ojos llenos de lágrimas, y espera a que en algún momento su madre salga del agua. Despierta de un sobresalto azucena. Que sueño tan horrible, fue casi tan real que se siente angustiada. Afortunadamente ha sido solo un sueño y sabe que su madre descansa en la habitación continua con su padre. Se recuesta nuevamente e intenta dormir de nuevo.
Pareciera que no es de día aún por la falta de la luz del sol en la habitación de Gabriela. Una enfermera ha entrado, la saluda –Buenos días pequeño vegetal- pero ésta no emite sonido o expresión alguna, sus ojos están abiertos pero tiene la mirada totalmente perdida, la enfermera aprovechándose de la situación le tira agua encima de la cara para ver su reacción, pero Gabriela ni se inmuta. Desamarra entonces las muñecas de la enferma y sale de la habitación. Más tarde entra el doctor Santibañez, un reconocido psiquiatra que evaluará el caso de Gabriela y probará un nuevo y prometedor tratamiento. Ordena unos análisis y tras fallidos intentos de comunicarse con ella sale de la habitación.
La situación de Gabriela no ha variado mucho, en los últimos años, despertó de su “ausencia” solo 1 vez, y aunque logró reconocer a su padre en el momento que recordó el suceso ocurrido con su madre entró en estado similar al catatónico. El padre de Gabriela ha recibido más de 5 o 6 indicios de lo que pudiera estarle ocurriendo, sin embargo nadie ha podido concretar un diagnóstico.
Aunque Gabriela se encuentra inmóvil la mayor parte del tiempo y no habla, frecuentemente se ríe o se le escucha conversando sola, sin embargo no se comunica ni responde a estimulo alguno, es como si existiera pero en otro lugar, solo ella sabe donde se encuentra.
El padre de Gabriela ha llegado al hospital, lo están esperando con el nuevo fármaco listo para suministrárselo a su hija, no se sabe con exactitud los efectos del mismo puesto que no hay casos similares a los de Gabriela antes registrados.
Mientras tanto Azucena se encuentra en el bosque, un nuevo entrenador de equitación le ha sido asignado, por lo que van a las caballerizas por su caballo preferido, Azucena indica que quiere montar a Kira una hermosa yegua blanca de hermosa crin dorada. Azucena acaricia a su yegua. Gabriela sonríe, esa cara siempre asusta a su padre, ya que más que una sonrisa pareciera una mueca ya que al “sonreír” abre demasiado los ojos y los deja fijos y perdidos.
La jeringa esta lista, un poco de alcohol para limpiar el brazo y el piquete a la vena inmediatamente. Comienza el nuevo medicamento a inundar el torrente sanguíneo de Gabriela. -Si funciona nos daremos cuenta en cuestión de minutos-, comenta Santibañez. Azucena ha comenzado a montar a Kira, sin embargo el animal se altera y empieza a galopar desenfrenadamente tirando al entrenador y abriéndose paso rumbo al bosque. Azucena está aterrada, se agarra fuerte al animal, ella no quiere caer, pero éste, está como loco, Azucena grita “papito sálvame”, “no dejes que me caiga”, “tengo miedo”.
Gabriela comienza a moverse, las lágrimas en sus ojos se asoman, el padre de ella se angustia, el médico le indica que es normal.
Azucena ha caído del caballo y se encuentra en el piso, su rubio cabello se encuentra teñido de rojo y no puede moverse, su padre ha llegado ha venido corriendo al oír sus gritos, ella le suplica no la deje morir, Azucena cierra los ojos, y al abrirlos ve a su padre rodeado de hombres de batas blancas y le pregunta: “que ha pasado con Kira?”, “llévame al palacio por favor, quiero ver a mamá”. Su padre desconcertado la abraza y le dice, Gabriela tu madre murió hace 2 años, pero yo me alegro tanto de verte. Una corriente de miedo inunda el cuerpo de Gabriela, -no es posible que mi madre haya muerto, donde estoy y quienes son estas personas, quiero irme a mi casa, déjenme regresar a casa.
Gabriela comienza a llorar desesperadamente, y entre gritos y lágrimas suplica que la lleven con su padre y su madre, asegurando que el que ahora ve no lo es, y que quiere ir a palacio. La situación se sale de control, Gabriela llora amargamente, grita que ha muerto y se encuentra seguramente en el infierno. Las enfermeras la sujetan de los brazos y le administran un sedante. Gabriela cae en un sueño profundo. Horas más tarde despierta en su cama, su recamara es la misma de siempre. Al pie de su cama se encuentra su padre quien la aguarda con los ojos inundados de amor. –Azucena, ahora ya estas bien. Nunca dejaría que nada malo te pasara. Solo has tenido un mal sueño, ya estas en casa-.
El padre de Gabriela ha regresado con su hija a casa, ha rechazado el tratamiento. De ves en cuando la ve sonreír, y tiene la esperanza de que si algún día despierta lo reconozca y será la misma chiquilla que antes jugueteaba en el jardín.
Ariadna Alonso
Comentarios
besitos , te quedo muy cool
:D
pero me aguanté porque
soy biennn machin
jajajjajaja
nono te la bañasteee
esta de que :O
no quiero vivir y asi
jajajaja
es bueno porque
nos hizo hablar en la cena
:)
besitos para todos
ME gusto la verdad y más por que mi segundo nombre es Azucena!!! hahahahaha y la hija de mi perrito Kira! que loco... no??? hahaha
La verdad es que escribes muy padre perimilla me llevo al munso del laberinto del fauno... asi como que un estilo medio extremista, totalmente crudo y real pero a la vez fantasioso!
Pues ya publica un libro! Vuelvete Rica y comprame una casa en San Pedro!! hahahaha besitos ^^D
Atte. Liz